Lo que oculta la medicina china

2022-11-14 14:55:29 By : Ms. Louise Liu

La denominada “medicina china tradicional” es un sistema de diagnóstico y tratamiento de enfermedades y dolencias que se remonta a hace más de 2.500 años, cuando los conocimientos médicos y científicos eran muy limitados. Según la medicina china todas las enfermedades aparecen cuando se produce un desequilibrio en el flujo de la “energía vital”, el “chi”, del individuo que se basa en dos conceptos: el Yin y el Yang. Ninguno de estos conceptos (chi, yin y yang) carecen de evidencias científicas, aunque gran parte de los “médicos” chinos rechazan abiertamente las investigaciones médicas occidentales e incluso las evidencias científicas, relegando la ciencia a un papel secundario del conocimiento humano.

En las mayoría de las sociedades avanzadas, los avances de la ciencia han ido demostrando la ineficacia de muchos tratamientos que siglos atrás se aplicaban como tratamientos y diagnósticos, como las sangrías medievales, sin embargo, la medicina china tradicional se ha atrincherado contra la ciencia y sigue siendo considerada en algunos sectores sociales en la actualidad considerada como “medicina” aunque se trata de una pseudociencia.

El auge de los movimientos antivacunas o de las terapias alternativas en occidente son lechos en los que esta medicina china ha encontrado un lecho en el que persistir, pero en muchos países asiáticos sigue siendo la principal vía de diagnóstico y tratamiento de enfermedades. Pero no siempre ha sido así. La medicina china tradicional llegó a estar prohibida en China; fue en 1911, con el fin de la dinastía Qing, cuando se erradicó al considerarse como una superchería. Sin embargo, con la implantación del régimen comunista en volvió a implantarse por una razón económico-social: la nueva República Popular China no disponía de recursos suficientes para tratar a la gran población china con la medicina moderna, de manera que Mao decretó en 1955 que la medicina china tradicional tenía la misma validez que la medicina científica moderna, y además era mucho más barata. No le costó mucho reimplantarla porque la población rural, mayoritaria entonces en China, tenía una férrea creencia en sus tratamientos.

En 2016 China desarrolló una estrategia nacional de expansión más allá de sus fronteras de su medicina tradicional a través de la red de Institutos Confucio y ha logrado incluso que la Organización Mundial de la Salud incluya sus diagnósticos en la Clasificación Internacional de Enfermedades, que se usa para estandarizar enfermedades en todo el mundo. Sin embargo, que la OMS incluya estos diagnósticos de la medicina china en el catálogo mundial de enfermedades no supone -según ha matizado la propia OMS- que se validen sus tratamientos, sino que se trata de una manera de poder registrar datos epidemiológicos que de otra manera no podrían obtenerse. Una aclaración que la propaganda china ignora para no empañar su estrategia de expansión.

Si bien uno de los mayores riesgos de asumir como validos los principios de la medicina china es el referido a la salud humana, también hay otros graves efectos sobre el resto de las especies, ya que gran parte de los tratamientos chinos se basan en el consumo de productos que requieren matanzas de animales para conseguir materias primas como la piel, los cuernos o extremidades, con los que se fabrican los remedios basados en esta superstición milenaria.

De hecho, más del 20 por ciento del centenar de remedios principales de la medicina china proceden de especies en peligro de extinción. Se trata de especies a las que se ha sumado recientemente el asno, utilizado para obtener el ejiao, un producto que se vende afirmando -sin evidencias científicas, como todos los remedios de esta pseudociencia- que mejora las dolencias relacionadas con la sangre. Pero la lista de animales llevados al borde de la extinción por la medicina china es mucho más larga: rinocerontes para obtener polvo de sus cuernos, elefantes para usar su piel en el uso de unguentos que aseguran que cura enfermedades de la piel, el pangolín para usar su sangre, aletas de tiburón, osos tibetanos para usar su bilis (en este caso además actuando con una gran crueldad, ya que la bilis se le extrae al animal mientras está vivo), tigres (de los que usan todo: desde las garras molidas hasta el cerebro, los dientes, el pene o las heces para tratar las hemorroides) y hasta caballitos de mar. Animales que la medicina china asegura que pueden llegar a curar desde la impotencia sexual hasta el cáncer, con una lista inmensa de enfermedades para el que en muchos casos no tiene cura aún ni tan siquiera la medicina moderna.